

Lo que siento por mi pareja no es suficiente para que nuestra relación funcione bien.
Y del mismo modo, sus sentimientos hacia mí, tampoco son garantía de mi bienestar a su lado.
Porque no es aquello que sentimos lo que hace que nuestro vínculo sea sano, seguro y que se sostenga en el tiempo, sino, las acciones que ambos realizamos cada día, construyendo en un 50/50 la parte que nos toca.
Por eso, los te amo sin sustento, de nada sirven.
Por eso creer que somos amadas, cuando estamos siendo ignoradas, es una incongruencia inaceptable, tanto como lo es justificar esa indiferencia con culpas propias.
Por eso no se vale amar poniendo nuestras piedras sobre las espaldas del otro, y en nombre de ese amor que sentimos, esperar que nos llene los tanques vacíos.
Por eso no se trata de lo que nos inunda en forma de afectos, sino, de cómo le damos forma a ellos, generando espacios de intimidad, comunicándonos de manera asertiva y no desde la queja ni el reclamo, con un amor que se demuestra con acciones concretas, asumiendo responsabilidades conjuntas, realizando así las reparaciones que sean necesarias toda vez que algo se agrieta.
No se trata solo de sentir, el amor no es por defecto, y aunque lo fuera, no es lo único necesario para construir una relación que realmente valga la pena.
¿Cuántas amigas creerán que solo por amar, nada deben hacer para sostener una relación saludable?
¿Cuántas amigas creerán que porque el otro dice amarlas, deben justificar por ello, agresiones, indiferencias, infidelidades y malos tratos?
Entender el amor como un sentimiento acompañado de hechos concretos, no fingidos ni tampoco sobredimensionados, nos ayudará sin lugar a dudas, a movernos más e idealizar menos.
A construir sobre bases sólidas, y no castillos en el aire, a valorar la relación que elegimos o incluso soltarla si sentimos que ya dejó de sumarnos.
Nunca está demás volver a nuestro centro.
El amor solo porque sí, no es garantía de nada.
Comentarios