Qué difícil es que la mente comprenda que la persona con la cual hemos decidido estar, dada una serie de atributos percibidos, muestre señales de ser totalmente opuesta a eso que pensamos.

Parece sacado de película de horror pensar siquiera que una pareja, de manera consciente y planificada, mueva todos los hilos posibles para destruirnos. Tan ambivalente como aquello que nos muestra que, por una parte, es atento, comprensivo, preocupado, casi rayando en lo posesivo, pero todo por nuestro bien, para luego encontrarlo disparando misiles de alto impacto, no solo con sus palabras, sino también con sus acciones y omisiones. Lo cierto es que el silencio también es agresión pasiva, pero no nos damos cuenta. Y así construye su imagen perfecta ante nosotras y el mundo que nos rodea, tan deliberadamente planificada, que nos asalta la duda de que, si contamos lo que pasa, no darán crédito a tal incoherencia. ¿Cómo podríamos comprender siquiera que esa maldad sería su goce? Sentado frente a nosotras, con cabritas en mano, como si de estar en el cine se tratara, observando nuestro llanto, la histeria que nos inunda, la duda delirante, la pequeñez que cala el amor propio ante la presencia de quien la causa y él, disfrutando de su obra destructiva.

Nosotras quedamos de locas, iracundas, perdidas y absolutamente desconectadas de nuestro propio ser, casi convencidas de que el verdugo siempre tuvo la razón. Cuánto daño en el camino… y no sabemos que pedir clemencia exacerba sus ganas de vernos peor.

Con ellos descubrimos que eso del “Te doy y tú me das” no existe; es una ilusión inalcanzable. Por más amor, tiempo, atención, cuidado y respeto le profesemos a una pareja, así jamás vamos a recibir siquiera una minúscula parte de algo parecido a eso. Es el equivalente a tirarles perlas a los chanchos; nunca serán valoradas y, muy por el contrario, nosotras siempre seremos ignoradas y agredidas incluso por no estar a la altura de sus aportes. Seguiré contándote la historia para que despiertes, para que corras, a pesar del amor que crees que te tiene.

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