

1) Cuando creemos que nadie más va a querernos.
Por distintas razones, alguna vez pasamos por una especie de convicción absurda que nos hace sentir como si tuviéramos la última oportunidad de recibir algo de amor.
Y como tal, nos aferramos a esa relación como si fuera tabla en un mar revuelto, y no nos damos cuenta de que, en vez de ponernos a salvo, nos hunde más todavía, pero resistimos en la porfía de aferrarnos y esperar que la mar cambie curso y entonces, ahí nos quedamos, agarraditas a eso, esperando el milagro de la conversión.
2) Cuando dependemos económicamente de otro.
Una cosa es quedarnos por creer que amamos, pero otra muy distinta, es permanecer para comer.
Que duro es tener que intercambiarte por un techo, un plato de comida o seguridad económica en general, cuando el otro cobra la manutención con sangre disfrazada de golpes, insultos, desprecios o sacadas en cara de la plata que te dejó para el día, robándote la libertad de decir y hacer por los 4 pesos que te tira para el mercado, que alto es el precio a pagar cuando lo haces con tu propia libertad, nadie merece hipotecarse por creerse insuficiente, solo que no lo sabemos, ya que tras el depender, hay mucho miedo.
3) Cuando el qué dirán te obliga a permanecer.
Tantos años invertidos, tanto tiempo y ganas puestos en ese proyecto “familia”.
Tu jardín, cada espacio de la casa, los vecinos, los amigos, el perro, los hijos.
Cuando pensar que desarmar una vida podría, ser peor que seguir infeliz en ella, te quedas manteniendo la fachada de la casa recién pintada y a puertas cerradas, chocando con basuras y desechos, pero en calma, ya que eres consciente de que solo tú, sabes eso.
4) Cuando te quedas por los niños.
¿Qué va a ser de nuestros hijos sin un padre, seguirán siendo los mismos tras su ausencia? Como liberarnos de la culpa de querer ser felices con el costo de sus lágrimas, nos molesta el hombre, pero necesitamos al padre, que dura dicotomía querer arrancarlo y al mismo tiempo no poder hacerlo.
Que injusto tener que quedarse no por amor si no que por sacrificio y lo peor de todo es que partimos sabiendo que perdimos y que aguantar será el único propósito que nos mantenga vinculadas a un hombre que poco queremos, o tal vez mucho, pero que ya no soportamos.
5) Cuando creemos que nuestro amor lo cambiará.
Es soberbio creerse poderoso, y poderoso es creer que, por amor, cambia la gente.
Cuesta tanto entender que la transformación es un proceso personal y voluntario, nadie lo hace con honestidad si es por otro, puede que a ratos modifique conductas, pero solo una plena consciencia de sí mismo, le hará tomar caminos diferentes, pero que estoica te mantienes dando esa pelea y que desgaste para tu alma resistir en ella.
6) Cuando no quieres estar sola.
Te prefiero a ti, antes que un tiempo conmigo. Así se siente cuando te perturba el silencio, cuando las horas del reloj pasan lentos sin su presencia.
Toda vez que sin sentido te sientes si solo piensas que lo pierdes, no sabes que cuando la soledad es tu enemiga, no te importa su ofensa ni su indiferencia, te quedas y te llenas con su mirada vacía porque en tus propios ojos, no te encuentras.
Comentarios