

Te apegas porque la soledad te duele.
Porque te angustia pensar que si no estás en pareja, te sientes incompleta
Te apegas principalmente por miedo y no por amor, aunque realmente creas que amas.
Te apegas sin saber que eres suficiente, porque la presencia de otro ser, te da las certezas que crees necesitar, porque eso te acomoda más que la incertidumbre de estar contigo.
Te apegas cuando el día se te pasa pensando en que hace, que mira y con quien habla esa persona que no te quiere en su vida.
Porque te sientes en un vacío tal, que solo por stalkearlo, llenas un poco los tuyos.
Te apegas cuando te angustias por que no te llama, no te busca o no te responde como quisieras.
Porque estás llena de expectativas, de creencias, de ideas subjetivas de como el otro debe amarte, cuando cada quien ama con su propio aprendizaje.
Te apegas a los demás cuando no reconoces tu grandeza, tu templanza, tu coraje y tu propia esencia.
Cuando crees que otro te ilumina, te hace valiente, hermosea y enaltece, pero eso no es cierto, el otro no hace nada, eres tú que te prendes cuando lo tienes recostado en el pecho de tu ego.
Y te apagas cuando se va, cuando se calla, o simplemente, cuando ya no quiere verte.
Te apegas y te amarras y te haces esclava de una cosa, de un cuerpo o de un alma y pierdes la libertad de ser quien eres porque no te encuentras.
Lo cierto es que no puede haber una pérdida más triste que el desvanecimiento de tu esencia para transformarse en la extensión de otro ser, y que pasen años y no te des cuenta de ello y por eso te sigas apegando, solo porque no has hecho consciencia de que para caminar, solo necesitas de tus propias piernas.
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