

Si pudieras comprender la importancia de tener una mentalidad fuerte, les prestarías más atención a tus procesos internos y no tanta a aquello que está afuera. Sin embargo, te olvidaste de lo más importante, que es enfocarte en ti y descubrir, desde ese lugar, aquello que hace que tu vida tenga un sentido, un motivo, un destino diseñado con el fin de pasar por este mundo en consecuencia con tus anhelos y deseos, y no en la obligación de cumplir siempre las expectativas de los demás.
Pero te inventaste, por creerlo, un cartón universitario, un empleo reconocido, un hombre, hijos, la casa propia y los perros. Mucha gente decía siempre lo buena que eras en algo, con amplia atención en tu belleza, en tu delgadez y en tu prestancia, a pecho inflado caminando si le oías al resto decirlo, perdiendo por completo la consciencia de tu verdadero ser. Todo por esa droga llamada “reconocimiento”.
Basaste tu autovalía en aquello que viene de afuera, y caíste al piso. Toda vez que algo de eso perdiste, habría bastado solo con pararte y comenzar a construir. La receta ya era tuya, pero no recordaste que eras la gestora de todo y, en el momento en que hubieras querido, habría vuelto aquello de afuera, más sólido, más funcional e, incluso, mejorado. Cuando tienes una mente fuerte, no te permites que un despido, una quiebra o una ruptura de pareja te quite el valor de ser quien eres, aun sin todo eso encima.
Ojalá jamás vuelvas a quedarte ni tan dormida para ignorar ni tan ciega para no ver que no se puede depositar la vida misma en pelotas que giran en el aire, ya que una alguna vez se va a caer. Tú siempre serás capaz de pararte de nuevo y reparar cualquier desastre por el paso de los huracanes que te queden en el camino; lo que ya jamás puedes volver a hacer es dejar de creer en ti. Y eso sí que es amor propio, no tu cuerpo, ni tu cara linda, ni tus estudios profesionales, ni ese hombre al que falsamente reconoces como “el sentido de tu vida”.
Amor por ti es confiar que, a pesar de las circunstancias, siempre puedes volver a pararte y, cada vez que lo hagas, será, incluso, mucho más erguida que la anterior.
Amor por ti es tener el mejor autoconcepto, la más sólida autoconfianza y el mayor autocontrol, todo junto en una triada que te sustenta y te posiciona como el ser grandioso que siempre has sido.
Amor por ti es no irte a la cama para no ver la luz del día, no dormirse en la esperanza de esperar que un milagro ocurra.
Amor por ti es mirarte en el espejo y sentir en carne propia que tú eres ese propio milagro que podrá conseguir todo aquello que, en tu corazón, y no desde afuera, quieres realmente para tu vida. Este texto tiene una profundidad tremenda. Yo lo comprendí solo hace un par de años; por eso soy capaz de escribirlo ahora. Te lo paso después de cien porrazos y ya sin miedo al porrazo 101. Saber el camino de regreso del infierno puede traer consigo grandes ventajas; te vas para allá un par de veces, pero vuelves fácil a casa.
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