Siempre pensé que una madre debía fundamentar su rol en tres principios básicos.

Dar amor, enseñar a ser autónomo y fortalecer los valores clave para enviarle al mundo un buen ser humano.

A pesar de que es claro que los hijos no vienen con manual de instrucciones y pese a los errores que se pueden cometer en el proceso, cada una hace lo que puede con el aprendizaje de sus propios modelos de referencia, que finalmente, serán la linterna del complejo camino hacia la crianza de otro ser.

Tremenda responsabilidad tiene la madre, que constituirá una parte importante del hijo con sus palabras, acciones y comportamientos.

Tal vez ni siquiera dimensiona que sus buenas intenciones podrían estar causando estragos en la vida del hijo, incluso otras, que contrario al rol que deben ejecutar se convierten en trabas permanentes para su desarrollo evolutivo.

Y así, de esto pasamos a un tipo de madre que parece como si fuera el demonio de las pesadillas y que sigue y persigue aun de grandes e incluso lejos de casa permanece metida en la vida, en los pensamientos.

Manifestándose en las erráticas conductas, en lo fallida de las relaciones, como si su herencia quisiera continuar en cada cosa que alguien dice, hace o vive.

Lo cierto que es cuando la madre no cumple su rol en forma eficiente, los estragos en el hijo son de dimensiones profundas y el nivel de estrés que deja en la vida convivir con ese ser, puede convertir al otro, en una persona tóxica,

En el mejor de los casos, impide la construcción de la propia identidad, dejando la creencia en ese hijo de que sus capacidades son limitadas, eso toda vez que le hizo sentir que no era suficiente ni para sí mismo.

Quizás toda esa dependencia emocional que hoy carga una persona se deba a la culpa, humillación o desvalorización que el referente más importante de su vida cimentó en él como una realidad absoluta.

Es difícil comprender que existan madres muy críticas, descalificadoras, manipuladoras, victimas, envidiosas de sus hijos, controladoras sin vida propia, y lo que es peor, que culpen a ese hijo por todas las heridas que arrastran incluso desde antes de su concepción, muchas en modo inconsciente claro, las heridas emocionales no sanas se manifiestan en conductas y comportamientos inconscientes, solo que hay madres que logran razonar el hecho de que transmitir a los hijos su propia mierda, les debilitará en la vida , por tanto no le heredan su veneno.

Pero hay otras ciegas y perdidas que los usan cual saco de boxeo colgado en una viga y así toda una vida de combos y patadas dejan a ese ser frente al mundo sintiéndose minúsculo.

¿Porque si no lo quiso la madre, como puede pensar que alguien más lo va a querer?

Así de destructivo, la verdad que desarraigar del alma esa creencia, requiere un enorme trabajo interior.

En otro post te detallo las características y al final, mi recomendación para sanar si te sentiste identificado.

Y si tú hoy eres una madre que sin quererlo y por tus heridas vas por ese camino, estás a tiempo de dar la vuelta en U, para darle al mundo tu mejor parte y no aquella que sangra.

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