

Ante un narcisista, la escapada se debe planificar. Si se tratara de uno maligno, entonces hay que hacerlo calladitas, con sigilo, silenciosas, cuando él no esté, así como en las películas… Y luego escondernos un tiempo, hasta que las aguas se calmen y, a su vez, estar muy contenidas y refugiadas con nuestra gente.
Si este demonio no es tan malvado como el anterior, entonces se puede encarar y decirle basta. Así era el mío; por supuesto, cuando me puse de frente para decirle que me iría, primero lloró, luego pidió perdón, me hirió con palabras a quemarropa y, como último recurso, amenazó con suicidarse.
No sé de dónde saqué fuerzas para decirle: “Hazlo ahora, frente a mí. Me haces el camino mucho más fácil para devolverte tu infierno”. Hoy sé que se lo dije con odio y sarcasmo, y fue entonces cuando él entendió que yo hablaba en serio. Y me fui, en blanco, sin sentir. Solo sabía que estaba viva, y eso era suficiente en ese momento.
El camino luego de haber dejado a mi narcisista no fue nada fácil. Se debe sobrevivir al síndrome de abstinencia. El mismo impacto del mecanismo biológico de un adicto que no consume droga, era para mí el estar sin ese ser maligno. Contradictoriamente, su veneno se había convertido en mi alimento, en mi aire. Tanto que por momentos llegué a sentir que prefería estar muerta sin él. Era una droga, luego lo entendí. Para sanar de la droga, se debe dejar de consumir como punto de partida; así el cuerpo se va reorganizando y el cerebro vuelve a funcionar con normalidad.
Al pasar el tiempo, con contacto cero, terapia y una red familiar muy sólida, pude ver algunos débiles rayos de sol, y la claridad de mis pensamientos me daban la certeza de que sería capaz de dejar esta mala experiencia y seguir caminando en busca de mi felicidad.
Encontré empleo y, aunque no era como el anterior, al menos tenía uno, y sería un buen comienzo para recoger los pedazos de mi autoestima rota. Comencé a cuidarme el cuerpo y la mente, como todos siempre recomiendan, con hábito y disciplina, sin pensar en un mañana, solo en el hoy, como si fuera un bebé que aprendía a caminar, pero ahora sabía que, para hacerlo, solo necesitaba mis propias piernas.
Cuando pasa el tiempo, las cosas se calman; no olvidas ni sanas de inmediato, pero la ansiedad se va disipando y, aún con tus pedazos en el suelo, ya puedes ir recogiendo los más importantes, aquellos que te darán la fuerza necesaria para seguir caminando contigo y con tus escombros.
No importa cuántos años hayan transcurrido y lo mucho que sientas que has perdido.
Ahora eres libre; no tienes cadenas, y es momento de darle la vuelta a todo aquello de lo que un día saliste huyendo. Aprende a respirar, a comer y hacerlo en tus horas. Contra todo tu sedentarismo y desánimo, debes obligarte a mover el cuerpo. Es necesario generar hormonas del bienestar, y a tu cerebro le ayuda el movimiento. Lee, busca información de gente que sabe. Conocer lo que se padece desde un punto de vista profesional te ayudará a entender lo que hoy te es incomprensible. No te culpes. Nada hiciste, nada malo dijiste. No te pasó por tonta, sino por buena, por justa, por empática. Por ser una persona llena de recursos emocionales que eran ricos para robar, extraer, matar, con el fin de alimentar al diablo disfrazado de hombre amoroso.
Y no tienes que cambiar tu esencia; solo tuviste la mala suerte de toparte con parte de ese 5% de la población, pero, ahora que lo sabes, nunca más te volverá a pasar lo mismo. Ya estás aquí; rota, pero viva. El resto solo dependerá de la fortaleza de tu alma, de la magnitud de la resiliencia que hayas desarrollado no solo con tus experiencias, sino con aquello que en tu ADN viene por defecto. Eres fuerte; si llegaste aquí tras una relación de similares características, no te restes valor sin antes mirar todo lo que hiciste para desprenderte de algo que casi te costó la vida.
Ya nada peor te podría ocurrir, y el camino solo debería ser cuesta arriba. Por lo general, eso pasa cuando caemos 20 metros más abajo del suelo; la única posibilidad es ascender. No hay otra. Si no, se desafía la gravedad, y sabemos que eso tampoco sería posible.
Nada más que decirte; solo lee y relee estas líneas todas las veces que sean necesarias.
Ya verás que, con el paso del tiempo y de a poco, podrás ir construyendo un nuevo diario de la que será desde hoy tu nueva vida.
Comentarios