Yo siempre estoy disponible, hasta cuando le digo que no, en el fondo, con un poquito de insistencia, siempre termino cediendo, entonces dejo que venga y me hago la loca diciendo que tengo un rato disponible para conversar. Él solo se ríe, no anda buscando amigos, sino una mujer que le abra las piernas.
A veces tengo ganas de hacerlo, otras, estoy enrabiada de tanta indiferencia. Me canso de ser tan complaciente, me decepciona no ser valiente y mandarlo a la chingada, con todo y el pack de cervezas que trae cada vez que quiere hacer la previa.
No es ni siquiera tierno, y siempre tiene excusas para los reclamos que le hago respecto de su ausencia, pero no me escucha, es como hablarle a una puerta cerrada. Con el tiempo me he ido acostumbrando a no insistirle tanto, pero a pesar de mi incomodidad, lo sigo recibiendo.
Llevo dos años acostándome con él, y él conmigo y con otras, sin ánimos de mirarme como una opción para quedarse.
Dice que no se siente preparado, que tiene miedo, que no me quiere hacer daño.
Antes, cuando usaba la excusa de que yo era mucha mujer para él, se la creía, se me inflaba el pecho de tanto que me endiosaba, luego comprendí que era una treta para dejarme tranquila, para que no lo molestara.
A pesar de no querer quererme, siempre quería encamarse, y aun cuando el costo de ese rato de placer era demasiado alto, yo no podía decirle que no cuando me buscaba.
Frágil de mente y débil de carácter.
Se saciaba, se vestía y se iba rápido a su casa.
Si tenía suerte, me escribía algo corto al día siguiente, en tiempos normales, 3 o 4 días de indiferencia, hasta que se calentaba de nuevo y otra vez la misma historia.
Por más que lo pienso, no sé porque sigo si nada me aporta, pero un algo sobre humano me obliga a recibirlo.
No sé cómo decirle no, o mantener mi no sin que se convierta pronto en sí, solo porque me trae un pastel del negocio de la esquina.
Quisiera ser más fuerte y decidida, pero el tiempo pasa volando y yo, lamentablemente, siempre disponible y recibiendo migajas de un cuerpo usado por otra, días antes de nuestro encuentro.
Y sigue sin importarme todo su descaro, porque nunca pierdo la esperanza de tenerle.

Comentarios