Lo tóxico se reconoce como un conjunto de muchas cosas que hacen mal, por tanto, la combinación de formatos dañinos es digerida por quien recibe dicha toxina, como un veneno letal.

Es fácil reconocer cuando estamos en presencia de alguien así, pero por si existen dudas, haré una descripción de los tipos de madres que están en la matriz de aquellas que son destructivas.

Pueden encontrarse incluso mezcladas entre los distintos estilos, a mayores coincidencias, más tóxica es la madre en cuestión.

1.Madre posesiva: es aquella que siempre quiso tener el control de todo lo relacionado a los hijos, que le seleccionaba los amigos, le leía las cosas privadas, escuchaba sus conversaciones, hablaba por ellos, gestionaba todo lo del hijo sin darle la oportunidad de opinar.

Se inmiscuía en las relaciones de pareja, opinaba sin que nadie le preguntase, e incluso cual teleserie venezolana diseñó más de un plan para separar a la pareja del hijo porque la mujer en cuestión, no le daba confianza.

Este tipo de madre es una víctima de las circunstancias, muestra al mundo su sacrificio permanente y tiene la misma conducta hasta con los hijos de los hijos.

Son un dolor de cabeza y como tienen el aura negra, chupan energía como el peor de los vampiros emocionales.

  1. La madre que cree que el hijo es un inútil: Lo cierto es que esta madre no es mal intencionada, pero anula tanto el desarrollo del otro, ya que siempre le está haciendo todo, no asigna ninguna responsabilidad ni permite un espacio para que descubra sus propios recursos.

Es la típica mujer que no dejaba jugar con tierra, daba mucha comida, le hacia las tareas y cada cosa que el hijo tomaba en su mano, siempre era arrancada con la frase; déjame a mí, yo lo hago mejor.

Esa madre le entregó un humano al mundo muerto de miedo, incapaz de creer en sus posibilidades, siempre buscando a otro que hiciera las cosas por él, evadiendo toda responsabilidad por sentirse incompetente dado que siempre tuvo a alguien que le resolviera los problemas y jamás aprendió que, en algún momento, debía hacerse cargo de su vida con sus propias ideas.

  1. La madre perfecta: Si bien sabe que su hijo cuenta con muchas capacidades, nada de lo que hagan es suficiente y tiene altas aspiraciones desde lo más cotidiano a lo más complejo en la vida de sus hijos.

Se siente exitosa con sus logros, ya sea de notas, comportamiento, logros deportivos y todo aquello que se pueda mostrar afuera con el fin de atribuirse dichos honores, desconociendo el esfuerzo de sus hijos llevándolos incluso, a obtener resultados sobre el límite esperado.

Desconoce el reconocimiento y mantiene una distancia emocional importante con el fin de que el hijo se siga esforzando para ganar su amor, no tiene identidad propia si no que se siente el reflejo de las ganancias de otra persona y por eso se esfuerza tanto en exigir, como se siente carente, se llena sintiéndose la mentora de un hijo fuera de serie.

Estas madres dan a luz a adultos insaciables, que no se sientes satisfechos en sus relaciones, que siempre esperan algo que no llega. Que presentan mucha dificultad de conectar en lo emocional y que basan su autovalia en lo que adquieren y no en lo que son.

  1. Mama hija: Es una mujer que no mantiene un rol de cuidador, sino más bien demanda uno para sí. No controla su comportamiento, y por lo general presenta enfermedades de salud mental o adicciones adquiridas que no le permiten pensar con claridad.

Se meten en problemas, establece relaciones promiscuas exponiendo a sus hijos al contacto con malas personas.

Son débiles, vulnerables, depresivas y muy dependientes de sus hijos, invirtiéndose el rol de quien educa y contiene, viven como pajaritos sin norte y sin rumbo.

Este hijo crece con el síndrome del salvador, en donde va conociendo personas con problemas con el fin de seguir cumpliendo la función aprendida.

No puede tener relaciones sanas, siempre requiere encontrar un débil para hacerse cargo de situaciones desatendiéndose absolutamente de si mismos.

  1. La madre que odia: Es esa sin valores, que le dijo al hijo de chiquitito y sin razón que tenerlo fue un error. Lo responsabilizó de cuanta cosa mala ocurrió en el tiempo y siempre le hizo ver que su existencia era un obstáculo para su vida, mostrándole desprecio en todas las conductas posibles.

Es la madre que golpea, insulta, aquella que tiene un comportamiento disfuncional completo y que es capaz además de hacer daño.

El hijo odiado sale al mundo adulto, resentido.

Como fue ofendido, anulado, declarado como no deseado, podría seguir un patrón similar, y en sentido opuesto, estar tan debilitado, miedoso y culposo, que no es capaz de establecer ninguna relación provechosa en el tiempo

Cuando alguien es lastimado por una figura representativa en su vida, crece sin autovalia, normaliza el maltrato y se acostumbra a figuras que le recuerden la realidad vivida de niños.

Es una persona que siempre justificará el desprecio de los demás por sentir que se lo merece, muy culposos y sin personalidad.

  1. La madre no disponible emocionalmente: Es aquella que no conecta, que solo satisface las necesidades básicas y de seguridad, pero cuando se trata de abordar temas emocionales, huye despavorida.

Suele estar muy absorta es sus tareas. Ya sea de casa o trabajo y son evasivas en el contacto físico y conversaciones profundas de la vida y sus posibilidades.

De este enganche, el resultado es un adulto parecido, que no sabe como vincularse, que es evasivo y poco comprometido con las emociones propias no reconociendo las ajenas.

  1. La madre que odia al padre: Es cierto que hay hombres que destruyen la vida de una mujer con infidelidades o maltratos y por eso luego la relación se rompe dejándole al hijo una herida por partida doble, la madre que sufre y la ausencia del padre, todo junto lo padece peor cuando esa madre iracunda y rencorosa lo usa como moneda de cambio, urdiendo un plan continuo para que el hijo lo odie por todo el daño causado.

Incluso recriminan si no se está de parte de ellas, victimizándose y pidiendo causa común en la venganza.

Esta conducta puede durar años, y hace que ese hijo se sienta tremendamente culpable por querer amar y no poder odiar al padre, por otra parte siente que traiciona a la madre y en ese sin fin de sentimientos confusos crece como un adulto ambivalente, inseguro de sus afectos, con miedo a demostrar sus emociones y con un sentido de culpa tal, hasta de reírse, por qué ser feliz es una herejía para ellos, acostumbrados a tener que odiar a uno de sus patrones de referencia, viven la mutilación de la libertad de las personas en escoger a quien amar.

  1. La madre sin instinto: Es aquella que trae al mundo un hijo, pero que no lo quiere, si, así de duro, nunca lo quiso y jamás lo querrá.

No lo maltrata físicamente, si no que con la indiferencia que significa el desamor de una madre, que posiblemente duele más que latigazos en el cuerpo.

Nacieron literalmente, sin instinto materno y el vacío que dejan en sus hijos cala hondo, por lo general, los dejan sumidos en una falta de amor permanente que no se llena nunca ni con todos los otros amores que vayan recibiendo en la vida, es como si esos adultos permanecieran vacíos en una constante búsqueda de algo que necesitaban mucho pero que nunca tuvieron.

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