Recuerdo el día en que destrozada frente a un espejo, prometí que nunca más volvería a sufrir por amor.
Me grité sin clemencia, que esas serían las últimas lágrimas arrancadas de mis ojos por alguien que no me quería y que, a partir de ese instante, me volvería dura como una piedra.
Y cual mariposa errante, cumplí con la promesa que me hice, y aun cuando flores hermosas he encontrado en el camino, no he podido quedarme mucho tiempo en ninguna.
Es como si el viaje que me he trazado tuviera cosas que mostrarme, como si a mi aprendizaje le faltaran un par de eventos más para curarme las heridas que me dejó un amor inconcluso.
A veces pienso que solo fue y ya…
Que debo superarlo, volver al mercado del amor nuevamente y de una vez por todas, decidirme a descansar en brazos que no sean los mismos.
Lo cierto es que mis alas de mariposa ya están cansadas de tanto vuelo, congeladas por un invierno frío, y erosionadas de tanto posarme arriba de flores con espinas puntiagudas.
Estoy media perdida, busco todavía un camino sin desvíos, pero me distraen los colores de lo desconocido y vuelvo al mismo punto en el que todo comenzó.
A veces cuando dudo de la soledad, recuerdo que es en ese espacio donde encontraré la calma perdida, donde volveré a conectar con la mujer que fui, a despertar la motivación y las ganas de vivir, para salir de esta apatía que me embarga y por fin dejar atrás esa experiencia que me tiene presa el alma.

En una ruptura encontrarás este sentimiento, y si estás pasando por algo así, te juro que va a pasar. Lo importante es que te ayudes a diseñar nuevas rutinas que te saquen del limbo en el que te quedaste cuando todo terminó.

Te queda mucha vida todavía.

Viajes para planificar, personas por conocer, proyectos que iniciar y sueños por cumplir.
No permitas que aquello que no se dio como tu querías, empañe la creación de una nueva historia que podrás escribir libremente, con todos los ambientes y personajes que quieras encontrar en ella.

Y recuerda siempre…

No puedes ir por lo nuevo si sigues aferrada a lo viejo.
Soltar es la decisión de vivir, y nada más importante que ir por aquello que quieres, pero que principalmente, mereces.

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