

El amor no implica renunciar a tus sueños ni tampoco abandonarte para ponerte al servicio de otra persona.
Tus necesidades, metas, deseos y gustos, también son importantes. No porque sientas miedo de perder a alguien, vas a recibir de vuelta aquello que en exceso estas dando.
La deuda emocional que traspasas inconscientemente con tu entrega total, no viene con una boleta de garantía.
Nadie tiene porqué devolverte nada que no te haya pedido.
Entonces, tu desgaste se convierte en derroche, porque en el fondo, solo deseas ser útil y sentirte necesitada, para bajar tu angustia de ser reemplazada.
Muchas carencias esconde la entrega desmedida. Se disfraza de generosidad, pero es un forado lleno de vacíos afectivos que arrastras sin darte cuenta y que quieres llenarlos, desesperada, con el amor de alguien.
Porque no te encuentras, no conectas contigo y ese profundo vacío te desestabiliza.
El problema que hay detrás de la creencia de darlo todo para asegurar la permanencia de alguien, es que llegas a sentir que lo haces por altruismo, sin embargo, en algún minuto vas a querer cobrar esa deuda. Y es ahí cuando el otro se sentirá presionado, e incluso ahogado con tus demandas excesivas.
Dar demás no es bueno. Sofocas, e incluso haces que el otro pierda el interés por no sentirte a la altura de tu bondad; te expones al abuso y aprovechamiento de tus recursos, ya que hay personas que detectarán tu vulnerabilidad y reconocerán que tu manera de sentirte segura, es siendo servicial, y nada mejor que ese prototipo de persona para otra que desea ser servida.
Te preguntarás, amiga querida, ¿qué hago entonces?
Practica cada día de tu vida la reciprocidad: te doy, me das; nos damos cada uno lo justo, ninguno más que el otro. No pasando sobre tus necesidades, y menos haciendo sacrificios.
Ya verás cómo las cosas irán cambiando, como te irás nivelando mirando de frente, para nunca más volver a hacerlo hacia arriba solo por el miedo a quedarte sola.
Comentarios