

Debe ser muy duro no sentirse mujer en su completitud.
Ya que serlo, es algo más que llevar puesto el género, siempre he creído que la magia precisamente es esa capacidad tremenda que tenemos de sentir, con todo y lo que la palabra implica.
Las mujeres tenemos más desarrollada esa parte del cerebro que regula las emociones, por tanto nos caracterizamos por ser sensitivas.
Nos llega todo, se nos paran los pelos hasta con un comercial de TV, somos capaces de ponernos a llorar cuando otro lo hace sin ser el problema nuestro y nos pasamos la vida dándole crédito a lo que sentimos y no a lo que realmente ocurre.
Somos así y ya.
Por eso me cuesta pensar siquiera como es acostarse cada día con alguien que no te mueve ninguna hormona, me imagino que es medio morir en vida.
Por otra parte también pienso que eso puede ser estacional, producto de situaciones de vida que le ponen stop a las feromonas y está bien igual, son etapas por las que hay que transitar.
El punto es analizar si la situación no se está haciendo crónica y si es así y no se aborda entre los dos con la relevancia que el tema tiene, es como vivir caminando en piloto automático.
Yo creo que las mujeres no hacemos mucho para ser incentivadas por nuestras parejas, o creemos hacerlo pero es de instinto sin preparación así que como es más de pensamiento, no se observan mejoras sustanciales
Somos bien buenas para sentirnos carentes y aunque por la familia damos el todo por el todo, esperamos que por arte de magia nuestra pareja se dé cuenta que nos estamos apagando, yo creo que ahí sí hay que hablar, aunque al otro le duela, decir aquello que no nos gusta es un punto de partida para provocar cambios.
Me preguntan en que caso vale la pena dar la pelea.
Creo que cuando hay hijos, no han existido situaciones de violencia, infidelidad ni malos tratos de ningún tipo.
Cuando han construido una vida juntos sin mayores accidentes, salir corriendo puede ser bueno para uno y muy malo para muchos.
Pero eso de quedarnos en una relación que no nos suma por que el otro es “buen padre, provee bien y no tiene vicios” , es una transacción desbalanceada en el beneficio final que se obtiene de dicha operación.
O sea y en fácil, no es justo hipotecar la vida con alguien porque solo es “buena gente”.
Observar de nosotros que tan responsable somos del desenlace de los hechos también permite analizar con claridad que tan moribunda está la relación.
Tal vez con un agresivo ejercicio de reanimación se pueden obtener unos latidos como prueba de que es posible continuar, aunque tenga que estar un rato con respirador artificial.
Y como tantas veces lo he dicho, esta vida es una sola.
Las batallas campales por amor no son una buena decisión si llegas desagrada al final del camino, no se trata de abandonar si no de dar en su justa medida y de pedir aquello que es básico para sentir que estamos vivas.
Quedarte cuando no amas es igual de dañino que querer quedarte donde no te aman.
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