Nunca olvidaré a Franco.

Era mi pololo (novio) a los 19 años.

Uno de mis primeros y grandes amores pasionales, de esos que se te quedan un rato largo incluso si fueron relaciones mediocres.

Él era bien poco agraciado, facciones duras, colores oscuros, poca pestaña y feos dientes.

Pero era alto, como me gustan y me hacía reír a carcajadas (ese sigue siendo para mí, el mayor atributo de un hombre).

Recuerdo que tenía un Ford Escort blanco, ese auto fue nuestra pieza, sala de baile, salón de terapia entre otras cosillas varias, lo pasaba bien con él, creo que fue el primer chico al que le dije Te Amo.

Todo mi entorno jamás comprendió cono puse mis ojos en él.

Les debo contar que de adolescente yo era una muñequita de porcelana (lo sigo siendo, solo que hoy, más parezco una pepona)

Tenía buenas notas, cabra tranquila, primer año de Universidad, sin más análisis.

Él, bueno para el trago, la juerga y siempre andaba sucio por su pega de instalador de calefón.

De verdad éramos bien diferentes, pero yo lo quería mucho a pesar de todo.

A Franco lo sorprendió mi hermana tirando con mi mejor amiga arriba del mismo Ford Escort citado en párrafo anterior, en una calle de Los Industriales un día antes de mi examen de contabilidad.

Reprobé el ramo, obviamente, con tamaña noticia no pude ni ponerle el nombre a la prueba.

Fue mi primer dolor de amor.

Él y mi ex mejor amiga se casaron, tuvieron un hijo.

A veces ella lo mete preso por no pago de pensión alimenticia o violencia intrafamiliar. Él es adicto a la pasta base.

Moraleja: La vida siempre saca de tu vida las mierdas que van apareciendo con el fin de que dejes de pisarlas, aún si hoy duele, esa pérdida mañana de seguro será un motivo para dar las gracias.

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