Sentadas una a la otra con un tecito de limón: -Estoy desesperada, creí conocer a alguien especial, fuera de la media, con valores y convicciones reales y por fin un hombre con inteligencia emocional -exclama angustiosa mi amiga-

¿Y qué pasó entonces?, era de cera? pregunto sarcástica.

Dice: Se la pasó en proceso de conquista durante 4 citas, me llamaba a diario, conversamos mucho y nos entendíamos perfecto. Incluso estuve 2 veces en su departamento y no intentó nada…

Entonces no era hetero. -le digo convencida-.

Si lo era…pensé que le interesaba, que no se quería vincular conmigo desde lo puramente sexual. -responde-

¿Y qué te hizo pensar eso? -pregunto yo-

No sé, lo sentí…eran sus palabras.

¿Y cuantas veces te he aconsejado que te tapes los oídos y analices los hechos antes de concluir? cuestiono enrabiada (no es la primera vez que le pasa)

Si…es cierto. Te contaré lo que pasó luego.

A la quinta cita salimos a cenar, en la embriaguez casi nos profesamos sentimientos concretos, una copa llevó a la otra y agarramos valentía para terminar el idilio en un acto consumado. – expone con sinceridad-

Yo: No me vayas a decir que nunca más te llamó…le digo en tono suplicante.

Así mismito fue. – responde- Es decir, parecido, cesaron los llamados y cuando yo quise verlo otra vez, había perdido el interés.

Jamás supe de él …exclama con pena.

No sé qué es lo que te sorprende tanto.

Y, por último, ¿lo pasaste bien? – pregunto-

No me acuerdo mucho, el espumante se me subió de los hombros, a la cabeza…respondió.

Y rompimos en carcajadas…

¡Préstame tu historia! – le digo en tono suplicante- tengo una reflexión que compartir!!!

Las mujeres tenemos una facilidad para dejarnos endulzar el oído con palabras bonitas, con promesas, con perdones o súplicas

Nos cuesta mucho analizar la concordancia de lo que nos dicen y hacen, en forma simultánea.

Los hechos también hablan, pero se mal interpretan.

En el caso de mi amiga, ella leyó el retraso de la conquista como un interés real, sin embargo, yo observo que fue una señal clara de falta de conexión el que, en tantas ocasiones juntos, no pasara nada. Pero vemos lo que queremos ver.

En caso contrario, si los hechos se hubieran desencadenado en la cita uno producto de una noche de juerga, menos valor le puedes atribuir a la acción, y si esperas que tras un comienzo así haya compromiso, realmente te estás enredando en un mal cuento de Disney.

Ni el no intentar ni el intentar a la primera, ni el tener o no sexo en fases tempranas de la interacción, va a garantizar algo.

¡¡Expectativas!!

Deja de tenerlas, si quieres pasarlo bien, hazlo, pero no adornes situaciones ya que, si no se dan como esperas, te causarán decepción.

Aplica el principio de simplicidad.

Conoce a alguien, disfruta el momento, no pienses, no inventes, ¡¡¡disfruta…y sigue caminando!!!

Ser tan princesas, tan idílicas, esperar comportamientos del otro solo para sentirnos completas, no hace más que restarnos oportunidades de disfrutar con la libertad de no necesitar un mañana, y si llega, perfecto, pero antes es importante entender que la vida en su magia se encargará de acomodar las piezas del puzle, pero lo hará siempre y cuando esa parte tenga que ser parte del paisaje.

Que no se te olvide nunca que llega y se va de tu vida solo lo perfecto para tu crecimiento y evolución.

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